El Plan de Operaciones se difundió en Buenos Aires en el año 1896 con la publicación de Norberto Piñero de Los escritos de Mariano Moreno.[1] Se trataba de una antología de escritos que le había encargado la Junta Directiva del Ateneo. En este libro se publicó completa la copia existente en el Archivo de Indias Sevilla, hallada por Eduardo Madero cuando buscaba en ese archivo antecedentes acerca del puerto de Buenos Aires.[2] Piñero, en el prólogo del libro menciona el Plan como que pertenecía a la obra de Moreno y no pone en duda la autenticidad del mismo.
Esta publicación recibe una encendida crítica de parte de Paul Groussac, Director de la Biblioteca Nacional, en La Biblioteca, Nº 1 de junio de 1896. La primera objeción de Groussac consiste en advertir que se ha modernizado el texto en su sintaxis y en su ortografía. La segunda objeción dice que el Plan publicado no es inédito sino que, alguno de sus párrafos, habían sido publicados en el año 1829 por el historiador español Mariano Torrente. A continuación, Groussac expresa lo siguiente:
A los veinte renglones de mi lectura, sentí que “reaccionaba” y llamaba de parada, este guía y fiel compañero mío. ¡Aquello no era cierto! Ni la Junta había andado en tales manejos nocturnos, ni el doctor Belgrano había escrito su nota, ni el vocal Moreno había recibido el tal encargo, y mucho menos había perpetrado ese odioso y torpe galimatías, en que lo cínico del intento y lo absurdo del concepto disputan el puesto a lo incorrecto y zurdo de la dicción.[3]
Luego comienza a exponer lo que llama: Pruebas materiales. Señala la imposibilidad de que Moreno conociera a los que encabezarían el sitio de Montevideo, cosa que sucedió un año después del escrito, como ya señalamos. Los nombres de los lugartenientes de Artigas en la campaña oriental, la fecha errada de la sublevación de Murgiondo, entre otras.[4]
Continua con lo que denomina “pruebas ideográficas”, diciendo que “El estilo o lenguaje empleado constantemente por el autor del Plan no es el de Mariano Moreno”.[5]
Luego de esta crítica de Groussac acerca de la autenticidad del Plan, Norberto Piñero hace la primera defensa de la autenticidad del Plan en 1897. Justifica la inclusión de Artigas y Rondeau. Sobre el último dice que “La circunstancia de que no arribase a Montevideo, de vuelta de Europa, hasta fines de agosto, nada importa. No era menester que Rondeau hubiese regresado para que Moreno pudiera hablar de él en aquellos momentos. Éste, que todo lo vigilaba y que de todo se hallaba instruido, ha debido tener noticias de los servicios prestados por aquél y de sus vinculaciones en las campañas,…” [6]
Hago notar acá dos cosas, que acompañan a los defensores de la autenticidad: primero, como ya vimos, el método, concentrarse en que las cosas podrían haber sido como las relata el Plan, en lugar de señalar los errores como en los billetes falsos. En segundo lugar, atribuir a Moreno cualidades excepcionales de conocimiento de las circunstancias personales de los protagonistas de las campañas en la Banda Oriental pues “de todo se hallaba instruido”.
La respuesta de Paul Groussac no se hace esperar, escribe en enero de 1898 lo siguiente, ironizando la condición de abogado de Piñero: “El plan de su alegato es sencillísimo: toma en el mismo orden cada afirmación mía (con excepción de tal o cual dislate harto espinoso), y, a fuerza de argucia y palabreo, le opone categóricamente una negación.[7]
Pero el principal argumento de Groussac consiste en el análisis del estilo de redacción que era muy claro y elaborado en Moreno y, por decir algo, muy desprolijo en el que escribió el Plan, en palabras de Groussac:
Como en otra parte dije, la piedra de toque última y definitiva de la crítica es, en efecto, el estilo. En lugar del grosero adefesio presente, que ostenta a la vista los errores materiales, cual suturas de la fabricación, se concibe que un hábil falsario contemporáneo, testigo de la revolución y lector asiduo de la Gaceta y otros escritos de Moreno, pudiera elaborar un documento coherente y de apariencia auténtica. La historia literaria está llena de estas mistificaciones. En tales Casos, el principal recurso de la exégesis estriba en el estilo del documento: es casi imposible que un examen prolongado deje de revelar al especialista perspicaz los rastros de la simulación. A este respecto la crítica moderna ha realizado prodigios de sagacidad;[8]
En cuanto a análisis del discurso escrito, la palabra de Groussac es para mí, suficiente.
La polémica queda suspendida por un par de décadas. Lo único que se publica son menciones al Plan pero sin discutir acerca de su autenticidad. Las menciones corresponden a obras de Ernesto Quesada, Luis V. Varela, Pedro Torres Lanzas, Ricardo Rojas, David Peña, José Ingenieros y J. Francisco V. Silva[9]
La polémica es continuada por Ricardo Levene quien publica en 1921 un cuadernillo titulado: El “Plan” atribuido a Moreno y la “instrucción” a Chiclana.[10] Este escrito fue incluido con pocas modificaciones en el Capítulo VII del tomo segundo de su libro La Revolución de Mayo y Mariano Moreno.[11] Levene agrega nuevas evidencias acerca de que el Plan no es de la autoría de Moreno.
Nos dice que el Plan no condice coincide con la realidad de la marcha y de los hechos sucedidos, en punto a la política interna y a la exterior.[12] Entiende que El documento contiene múltiples indicios reveladores de que la mano que lo ha escrito deseaba hacer daño a la Revolución, por una parte, y se proponía algo más por otra. En nota al pie de esa página dice: Por ejemplo, conseguir el concurso de la Corte portuguesa, principalmente de la princesa Carlota. Agrega luego la observación que ya señalamos de que todos los puntos del Plan, con excepción del 1º y el 5º, giran alrededor de la situación de Montevideo. [13]
Da cuenta de la existencia de otras copias del Plan: La de la Biblioteca Nacional de Madrid que hizo la princesa Carlota y la de los libreros de Londres con su Advertencias, documentos que ya analizamos.[14]
Publica Levene la prueba caligráfica que permite constatar que el copista del Plan en el Archivo de Sevilla es Álvarez de Toledo. Ante estas pruebas y otras que yo omito, Levene concluye que “El supuesto «Plan» no ha existido.” [15]
Después de las publicaciones de Groussac y de Levene, el plan quedó por un tiempo como obra apócrifa. En palabras de Enrique de Gandía: La obra de Levene —dice de Gandía— levantó en torno al “Plan” un instante de curiosidad. Se insinuaron dudas y se volvió a discutir; pero, en síntesis, las críticas de mayor autoridad coincidieron con Paul Groussac y con Levene.[16]
De cualquier forma, durante ese lapso diversos historiadores y ensayistas se pronunciaron a favor o en contra de la autenticidad de la autoría de Mariano Moreno pero sin aportar mayores elementos a la discusión. Podemos citar a Rodolfo Rivarola, Ernesto Quesada, Luis V. Varela, Pedro Torres Lanzas, Ricardo Rojas, David Peña, José Ingenieros, J. Francisco V. Silva, Enrique Hurtado con el seudónimo de Mirror, Juan Agustín García, Carlos Ibarguren, Ramón de Castro Estevez, Eduardo Acevedo, Emilio P. Corbière.[17]
En el año 1938, Norberto Piñero publica nuevamente Los escritos de Mariano Moreno, en los que incluye los dos trabajos publicados en 1896 y 1897 que ya analizamos, y agrega una réplica al ensayo de Ricardo Levene publicado en 1921. Justifica la demora en la réplica de la siguiente forma:
En los años posteriores a la contestación al señor Groussac, el asunto debió tenerse por concluido. Así corrió el tiempo hasta 1921, en que el Dr. Ricardo Levene publicó sus obras: "Ensayo histórico sobre la Revolución de Mayo y Mariano Moreno" y ‛‛El "Plan" atribuido a. Moreno y la "Instrucción" de Chiclana". No conocí inmediatamente el juicio del Doctor Levene, y el tiempo continuó corriendo. Empero, cómo mi silencio podría interpretarse contra mi manera de ver, y tomarse por un asentimiento tácito, — debo responder a sus objeciones. Es el objeto de esta publicación.[18]
Las pruebas de Piñero acerca de la autenticidad del Plan consisten en comparar las órdenes emanadas por la Junta en el año 1810 con los artículos del Plan. Se refiere en especial a los siguientes documentos: La circular del 21 de junio; la del 13 de julio; la del 16 de julio; la reservada del 28 de julio en la que Moreno “dictó la sentencia y mandó que fueran arcabuceados inmediatamente, ´sin dar lugar a minutos que proporcionen ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta orden y el honor de V. E…´”[19]
Piñero no se da cuenta que en esa fecha, según el Plan, Moreno no cumplía sus funciones porque se encontraba con licencia por enfermedad con el objeto de redactar el Plan. Lo mismo con la orden del 18 de agosto. Agrega luego las instrucciones a Castelli donde la Junta le encomienda Arcabucear a los responsables de la masacre de los que erigieron juntas en Potosí y Cochabamba en 1809.[20] Continúa con las instrucciones a Castelli del 18 de noviembre y otras.
Toda esta probanza consiste, como lo señalé anteriormente, en señalar que los métodos de represión de la Junta en el año 1810 coinciden con lo enunciado por el Plan, pero esto no prueba nada acerca de su autenticidad. El falsificador, como ya vimos, conocía perfectamente las actuaciones de la Junta en ese año. En palabras de Piñero:
No hay confusión susceptible de inducir en error, entre la política aconsejada por el Plan y la cumplida por la Junta. De los párrafos transcriptos, se desprende claramente que la política del Plan y la desarrollada, efectivamente, por la Junta, coinciden, no se contradicen absolutamente. Pero el Dr. Levene pone en duda o rectifica sus asertos, al expresar: "significamos que no obstante la oposición de principios entre el Plan y la política de la Junta, se impone comprobar, por separado, si el documento es auténtico o es apócrifo" (páginas 207-208). Insisto. No hay "oposición de principios" ni de forma.[21]
Piñero pone con sus palabras el método que usa en su demostración, es decir, ver en qué coincide el Plan y los escritos de la Junta, cuando el método debería ser el contrario, ver en dónde no coinciden. Luego pasa a comentar el hallazgo de Levene acerca de que una copia del Plan fue escrita por Álvarez de Toledo. Acepta la prueba caligráfica en la que las letras de Toledo coinciden con la copia del Plan, pero se pregunta: “¿Dónde y cuándo escribió Álvarez de Toledo el Plan?” [22] Es evidente que Piñero, en 1938 no tenía cierta información con la que contamos hoy donde se puede verificar que el Plan fue escrito por Alvares de Toledo a fines de 1813 o comienzos de 1814 en la ciudad de Río de Janeiro, como vimos en capítulos previos.
Rodolfo Puiggrós, escribió tres libros en los que dedica algunos capítulos al Plan de Operaciones.[23] Me basaré en su libro de 1949 en las páginas que le dedica al Plan de Operaciones. Ya desde el título del capítulo nos informa de su opinión: “Un ´punto final´ sobre el Plan de Operaciones”[24]
Puiggrós aprueba los argumentos de Norberto Piñero cuando le responde a Groussac y continúa con una descripción de las distintas opiniones vertidas hasta ese momento, en especial las de Ricardo Levene, considerando que ambos pusieron un punto final a la discusión: Desde entonces, los cancerberos de la historia patria se niegan a reabrir una investigación, a la que según ellos dicen, pusieron “punto final”.[25]
A continuación pasa a comentar partes del Plan que sería redundante trascribir. En las observaciones que hace a los párrafos del Plan insiste en los argumentos que ya cuestioné acerca de lo similar a las políticas de la Junta tomadas en 1810 y lo que aconseja el Plan. Dice:
Si tenemos presente que el documento fue redactado entre el 18 de julio y el 30 de agosto, descubriremos una identidad absoluta e irrefutable entre el llamado a emplear una energía extrema (“el rigor y el castigo”) y los acontecimientos que se desarrollaron en ese período.[26]
A continuación Puiggrós comete un error que figurará luego en muchos comentaristas del Plan: el argumento de que no fue usado contra la Revolución. Leamos las palabras de Puiggrós:
Sostiene Levene, encomendaron su redacción los enemigos de los patriotas a un uruguayo —Andrés Alvarez de Toledo— para desprestigiar a la Junta y obtener ayuda contra ella; lo extraño, repetimos, es que, siendo así, ni la Carlota ni ningún otro adversario de la revolución haya utilizado el Plan contra ella. Bonita "obra de encargo" que no sirve para nada. Pero no menos extraño resulta que Saavedra, O el propio Moreno, se hayan abstenido de denunciar un documento apócrifo de tanta, significación. Los miembros de la Primera Junta no podían revelar la existencia, del Plan sin traicionarse, pero sus opositores de adentro y de afuera hubiesen puesto el máximo de dedicación en hacerlo conocer, si admitimos el absurdo de que la difusión de la línea revolucionaria favorecía a los contrarrevolucionarios.
Lo que sucede es que, cuando escribió estas líneas, lo que sabemos del uso que se le dio al Plan en la Corte de Río de Janeiro a fines de 1813 y comienzos de 1814 y que luego fue presentado al rey, Fernando VII, no se conocía.
Puiggrós pasa por alto el error en la fecha de la rebelión de Murgiondo, transcribiendo el párrafo errado del Plan sin detenerse a mencionar el error.[27] Continúa justificando los distintos párrafos del Plan señalando similitudes con los acontecimientos de 1810, sin tener en cuenta los gruesos errores que cometió el escriba del Plan.
Como conclusión se hace la siguiente pregunta: “¿Qué relación tiene con la Revolución de Mayo? Y continúa, Su estudio detenido sólo puede dar una de estas tres respuestas:
1º — nada tiene que ver con la Revolución de Mayo;
2º— es contrarrevolucionario, o sea ha sido escrito para desprestigiar, combatir o anular la Revolución de Mayo, y
3º— es el Plan de la Revolución de Mayo.
Ante estas respuestas entiende que la primera queda descartada. Sigue:
Restan las otras dos y no interesa averiguar, por el momento, si lo escribió un partidario de la Revolución tan terrible, exaltado y maladroit que queriendo hacerle un favor se Ie fue la mano y término prestando un gran servicio a sus enemigos, de acuerdo a la si maquiavélica interpretación de Paul Groussac, ni tampoco elegir por padre del documento a Mariano Moreno, como asevera el copista, o al cuasi anónimo capitán Andrés Alvarez de Toledo, como deduce Ricardo Levene de su laborioso cotejo caligráfico.[28]
Puiggrós reconoce la omisión de palabras y la mutilación de frases de la copia del Plan, pero a pesar de ello se pregunta si el Plan trata del espíritu de la Revolución o de la contrarrevolución. Es decir, si la doctrina de Mayo “corresponde a las ideas sustentadas en el Plan de Operaciones”.[29]
Critica luego a los impulsores de la Nueva Escuela Histórica, cuyo principal impulsor fue Ricardo Levene, por entender que las doctrinas que inspiraron la Revolución de Mayo corresponden a ideas hispánicas e indianas, en lugar de aquellas de la Revolución Francesa.
Concluye con las siguientes ideas:
1° — desde los puntos de vista ideológico, táctico, político y diplomático existe una identidad completa entre el Plan y las ideas y actos de la Revolución de Mayo;
2° ― lo escribió un enérgico patriota y un revolucionario cabal que no transigía con los enemigos, que buscaba la victoria sin reparar en medios y que estaba en el centro y dominaba los acontecimientos, y
3° ― el autor no pudo ser otro que Mariano Moreno, es decir el inspirador y guía de la política de la Junta que coincide con los artículos del Plan.
4) Con la intención evidente de sacar el problema del lugar que le corresponde, se dice que el Plan promueve divergencias entre dos tendencias o escuelas historiográficas argentinas: la especializada y la enciclopedista. No hay tal cosa, En torno del extraordinario documento se ha producido el choque entre dos concepciones irreconciliables de la Revolución de Mayo; la progresista y la reaccionaria. Y para imponer esta última se falsifican las ideas y las acciones de los primeros patriotas.[30]
Puiggrós entonces hace un giro importante en la discusión del Plan. Lo considera escrito por Mariano Moreno, entiende que refleja las ideas de la Revolución de Mayo y califica a aquellos que piensan que se trata de un documento apócrifo en reaccionarios y falsificadores de ideas. La discusión acerca del Plan se transforma en una discusión ideológica y política en lugar de buscar la autoría de un documento presuntamente apócrifo.
Resulta paradójico que pocos años después del libro de que Puiggrós que escribía una historia desde el punto de vista de la izquierda, un autor conservador como lo era Enrique Ruiz Guiñazú, escribiera en su libro: Epifanía de la libertad, acerca de la autenticidad del Plan de Operaciones. Comienza afirmando la autenticidad del Plan:
La historicidad y autenticidad del "Plan" de Moreno, no puede ni debe ser negada. Sería equivocado catalogarlo como ideario doctrinal, pero no como guía que fue de la revolución. Concebido en pleno vendaval, señala el camino a seguir en el orden político, militar, económico y diplomático, con la prolijidad de un cuaderno de bitácora, hacia un solo norte: la independencia.[31]
Pero agrega un elemento nuevo que no había sido tenido en cuenta hasta el momento: que una copia del Plan había sido entregado en 1814 al Príncipe regente don Juan de Portugal, en Río de Janeiro.[32]
Esto destruye uno de los argumentos esgrimidos por los defensores de la autenticidad del Plan, y en especial lo dicho por Puiggrós en 1941. Una copia aparece, como ya sabemos, en Río de Janeiro en 1814.
Entonces, como los defensores anteriores del Plan, nos dice que: “debemos ahora probar que todo lo referente a tiempo y espacio en el Plan de Moreno, debió necesariamente producirse desde los primeros meses de la Revolución en adelante.”[33]
Nuevamente un defensor de la autenticidad del Plan adoptando el método errado: encontrar en qué se parece el documento falsificad a la realidad en lugar de investigar los errores del falsario.
Pasa por alto, como muchos autores anteriores, el error en la fecha del levantamiento de Murgiondo, sin siquiera hacer un comentario.[34] Lo que sí hace Guiñazú es identificar las copias del Plan: la del Archivo de Sevilla, la de Madrid, la de los libreros de Londres, con su Advertencias, hoy en la Universidad de Michigan, de la cual publica una copia fotográfica, y menciona una del archivo de Petrópolis, de la cual publica copia fotográfica de la portada y de algunas hojas pero no hace comentarios.[35]
Del examen de las copias saca las siguientes conclusiones:
1) El documento arquetipo era de Buenos Aires y no de Montevideo.
2) No fue fraguado, sino sustraído a su poseedor.
3) Las copias auténticas provienen de ese arquetipo de Moreno, escamoteado a uno de sus amigos.
4) Contucci y su secretario recibieron en Río de Janeiro, copias que hicieron multiplicar para los principales de la corte y gabinete ministerial. Alvarez de Toledo, en 1814, cuando la Corte del Brasil recibió las copias, no estaba en Montevideo sino en Río de Janeiro.[36]
Creo que los puntos 1 al 3 no son correctos, pero lo interesante de la exposición de Guiñazú es que reconoce que Contucci y Alvarez de Toledo estaban en Río de Janeiro en 1814 y que hicieron multiplicar copias para la Corte.
Además, nos informa que en el archivo de la Infanta Carlota se encuentra una carta de Alvarez de Toledo en la que le indica que el 8 de octubre de 1814 entregó copia del Plan a Fernando VII.[37]
El resto del trabajo de Ruiz Guiñazú consiste en intentar demostrar que el documento coincide con hechos acaecidos durante los primeros años de la Revolución. Método que en mi opinión es errado.
En el año 1963, Norberto Galasso publicó su libro: Mariano Moreno y la revolución nacional.[38] Entiende que el Plan fue redactado por Moreno sin hacerse demasiadas cuestiones acerca de su autenticidad. Nos dice lo siguiente:
En 1810 es ya un político concreto, capaz de elaborar un programa realista para el nuevo país que comienza a andar. Ese conjunto orgánico de ideas está expresado en el Plan de Operaciones y en los artículos de la Gaceta, como así ismo en los decretos de la Junta, la mayor parte fueron redactados por él.
De todos esos escritos, así como de su acción de gobierno, se desprende claramente que Moreno era un revolucionario jacobino y que su ideología era el nacionalismo burgués.[39]
Vemos cómo desde el comienzo, Galasso extrae conclusiones del Plan y de otros escritos de Moreno que no corresponden por que el Plan no es de Moreno. Es decir que muchos atores, como Galasso, extraen conclusiones de un documento apócrifo o al menos considerado por muchos como falso. Entonces, la importancia de este razonamiento reside en las conclusiones que se extraen de ese escrito acerca del carácter del primer año de la Revolución.
Justifica el jacobinismo de Moreno no solamente con lo escrito en el Plan, sino en “los fusilamientos de Cabeza de Tigre y del Alto Perú.[40] Pero como ya aclaré en capítulos anteriores, estos fusilamientos eran corrientes en esa época y correspondían a una rebelión de la provincia de Córdoba y los del Alto Perú a justiciar a los que habían sofocado con sangre las revueltas del Alto Perú del año 1809, y había cortado las cabezas de los miembros de las juntas para exhibirlas en las entradas de las ciudades. Pero ese no fue el comportamiento habitual de la Junta. A Cisneros se lo embarcó para España sin hacerle daño y del mismo modo a los integrantes de la audiencia de Buenos Aires que no juraron obediencia la Junta. Es decir que el comportamiento, salvo esos dos casos, a los realistas se los trató en forma diferente a escrito en el Plan. Una prueba más de la inexactitud del Plan.
Sigue con el nacionalismo de Moreno. Galasso lo encuentra en las siguientes posiciones:
1) Hay que buscar el apoyo en Inglaterra…
2) Hay que fomentar el alzamiento del resto de las colonias españolas y lograr su unificación.
3) Hay que poner en marcha un programa económico nacionalista que saque al país de su modorra y le permita entrar en vías de verdadero crecimiento autónomo.[41]
Los puntos 1) y 2) creo que están en lo cierto, me detendré en el último punto. Galasso cree encontrar una política de nacionalismo económico que en realidad coincide con sus propias ideas y no las de Moreno. Entiende que en el Plan Moreno cambia sus ideas:
Ya despejado del liberalismo que sostuviera en 1809, Moreno elabora un programa económico nacionalista con el cual da las bases para el desarrollo de un capitalismo nativo.[42]
Esta conclusión se basa enteramente en el Plan, es decir, en un documento falso.
El razonamiento de Galasso para demostrar que en el origen de la Revolución de Mayo había un plan económico nacionalista, basado en un documento apócrifo no tiene base de sustentación. Este razonamiento será repetido por muchos escritores a partir de los años 60.
En el año 1996, Carlos S. A. Segreti, Escribió el libro: El Plan atribuido a Mariano Moreno, del cual hicimos referencia en capítulos anteriores. Sostiene que el Plan no fue escrito por Moreno. Muchas de sus conclusiones fueron tratadas anteriormente. Pero agrega una premisa importante que ya he señalado:
…Debo decir que el error del doctor Piñero —y de otros que terciaron en la polémica con posterioridad— consiste en buscar los decretos, resoluciones y política de la primera junta que se conforman con ideas, políticas o conductas establecidas en el Plan cuando el procedimiento adecuado debe ser exactamente a la inversa; es decir, si el Plan tiene algo que ver con los procedimientos y propósitos de aquella autoridad.[43]
En el mismo sentido, Segreti cita un artículo escrito por Augusto Fernández Díaz y publicado en el Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, de Rosario:
…En todo fraude de esta clase hay una obra de imitación, y gran mentecato habría sido el autor de esto, si realizado en 1812, por ejemplo, no hubiese tratado de ajustar su labor a los acaecimientos correspondientes a los días y años precedentes. Cuando un experto examina un papel moneda titulado de falso, no va a buscar los puntos de coincidencia con el legítimo, sino los rasgos o detalles que inducen a sospechar de su legitimidad.[44]
Entiendo que estos dos párrafos revisten mucha importancia pues indican un procedimiento de metodología histórica y de sentido común que no han seguido aquellos que sostienen la autenticidad del plan.
Entiendo que el libro de Segreti es el que más se aproxima en la discusión acerca de la autenticidad del Plan.
Horacio González escribe acerca del Plan de Operaciones en su libro: Filosofía de la conspiración.[45] Nos dice que:
El debate sobre esta extraña pieza puede escribir el capítulo entero de las cuestiones del método de la historiografía argentina. Sobre la idea de su autenticidad efectiva o su carácter de apócrifo indebidamente atribuido a Moreno, las discusiones son incesantes y probablemente imposibles de saldar. Pero así son los verdaderos documentos históricos: no tienen resultados definitivos, no sólo en la interpretación de su significado sino de la espontánea incerteza que exhala su autoría. No se trata de negar el autor, sino lo contrario, de ponerlo en las arenas movedizas del tiempo.[46]
Vemos que Gonzáles toma una posición intermedia y no se pronuncia acerca de la autoría del Plan. Sin embargo especifica su duda:
…las páginas dedicadas a Río Grande son extensas y acaso no era proporcionada la importancia que se le da a tal cuestión, que a pesar de espaciosa, es argumentada un tanto vagamente, así como es insólita la oferta de la isla Martín García a Inglaterra…
Hasta este lugar hemos recorrido algunos de los autores que me parecieron más relevantes y que aportaron argumentos a favor o en contra de la autenticidad del Plan.
En el próximo capítulo tomaré como referencia el libro de Eduardo Nocera: El Plan de Operaciones en marcha en el que entrevista a un gran número de historiadores, escritores, ensayistas que nos da una visión del porqué, aunque las pruebas de su falsificación son contundentes, muchos siguen considerando el Plan como el ideario de Moreno y la Revolución de Mayo. Pero el hecho de dar como el ideario de la Revolución en base a un escrito apócrifo, desacredita todo el razonamiento de esos autores.
[1] Norberto Piñero, Los escritos de Mariano Moreno, Librería y Casa Editora de Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1938.
[2] Ricardo Levene, Ensayo Histórico…, op. cit, p. 161, nota al pie.
[3] Ibidem, p. 128 y 129.
[4] Ibidem, p. 130 a 134.
[5] Ibidem, p. 134.
[6] Ibidem, p. 174.
[7] Ibidem, p. 218.
[8] Ibidem, p. 251.
[9] Ibidem, p. 355 a 361.
[10] Ricardo Levene, El Plan… op. cit.
[11] Ricardo Levene, La Revolución…, op, cit, p. 161 y siguientes.
[12] Ricardo Levene, El Plan…, op, cit p. 6.
[13] Ibidem, p. 8.
[14] Ibidem, p. 10.
[15] Ibidem, p. 16 y 17.
[16] Citado en Plan de Operaciones… op cit, p. 368 y 369.
[17] Ibidem, p. 352 a 370.
[18] Norberto Piñero, Op. cit. Aclaración inicial.
[19] Ibidem, p. 198 y 199.
[20] Ibidem, p. 201.
[21] Ibidem, p. 214.
[22] Ibidem, p. 230.
[23] Rodolfo Puiggrós, Mariano Moreno y la revolución democrática argentina, Problemas, Buenos Aires, 1941. Los caudillos de la Revolución de Mayo, (Del plan de Moreno al tratado del Pilar), Problemas, Buenos Aires, 1942. La época de Mariano Moreno, Editorial Partenón, Buenos Aires, 1949.
[24] Rodolfo Puiggrós, La época…, op, cit, p. 261.
[25] Ibidem, p. 265.
[26] Ibidem, p. 268.
[27] Ibidem, p. 281.
[28] Ibidem, p. 324.
[29] Ibidem, p. 324 y 325.
[30] Ibidem, p.329.
[31] Enrique Ruiz Guiñazú, op. cit, p. 186.
[32] Ibidem, p. 200.
[33] Ibidem, p. 207.
[34] Ibidem, p. 209 y 211.
[35] Ibidem, p. 226-229.
[36] Ibidem, p. 239.
[37] Ibidem, p. 246.
[38] Norberto Galasso, Mari9ano Moreno y la revolución nacional, Editorial Coyoacán, Buenos Aires, 1963.
[39] Ibidem, p. 39.
[40] Ibidem, p. 42.
[41] Ibidem, p. 46.
[42] Ibidem, p. 51.
[43] Carlos S. A. Segreti, op. cit. P.19.
[44] Augusto Fernández Díaz, El supuesto Plan de Mariano Moreno, en Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas, Rosario, 1960, año 4, N° 4. En Carlos S. A. Segreti, Op. cit, p. 60.
[45] Horacio González, Filosofía de la conspiración, marxistas, peronistas, carbonarios, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2004.
[46] Ibidem, p. 226.
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