jueves, 11 de agosto de 2011

6 ¿Quién escribió el Plan? Parte 1



Entiendo que, como ya mostramos en el capítulo anterior y seguiré demostrando en este, en mi opinión, el que escribió el Plan fue posiblemente Felipe Contucci con la colaboración de Álvarez de Toledo. Veremos por qué.

Contucci era un comerciante de ascendencia italiana radicado en Portugal que además, oficiaba de confidente y delegado de la Princesa Carlota con el objeto de proclamarla como regente del Virreinato del Río de la Plata, en nombre de su hermano, Fernando VII, que se encontraba prisionero en manos de Napoleón. Para ello había iniciado tratativas con los  revolucionarios de Buenos Aires, en especial con Manuel Belgrano durante el año 1808. Pero este plan fracasó por la oposición de El Príncipe Regente de Portugal y el embajador británico, Lord Strangford.[1]

En 1811 encontramos a Contucci abasteciendo a las tropas portuguesas que habían cruzado la frontera de la Banda Oriental. En efecto, En una nota del general portugués, Diego de Souza, le encarga a Contucci el abastecimiento de las tropas acantonadas en Cerro Largo.[2]
A lo largo de este capítulo colocaré los párrafos del Plan que corresponden a los hechos históricos de la realidad histórica. Recordemos los párrafos del Plan dedicados a Diego de Souza y cómo Contucci estaba en conocimiento de los movimientos portugueses por ser proveedor de las tropas. En el Plan, 4-4, dice:

Los movimientos de las tropas, que según tenemos noticias extensas, han de moverse de San Pablo, Río Pardo, y demás del Río Grande, en principios o fines de octubre, bajo la dirección del Capitán General de la Capitanía de Río Grande del Sud, don Diego de Souza, nos aseguran que tienen algunos fines, y que nuestros cálculos por los informes no pueden fallar, y, cuando llegasen probablemente a verificarse, debemos también con antelación tomar todas las medidas conducentes a lo menos para entretener la morosidad de sus jornadas, valiéndonos de quitarles todo auxilio de caballadas, ganados, carretas y demás que puedan ayudarles a la rapidez de sus marchas.

Vemos cómo Contucci toma hechos de la realidad que conoce bien por ser protagonista, poniendo en boca de Moreno acciones que se producirían luego de su trágico viaje a Gran Bretaña. Además, las tropas portuguesas fueron hostigadas por los gauchos orientales comandados por lugartenientes de Artigas.
 El 4 de septiembre de 1811, el coronel patriota, Pedro José Vieira escribe al comandante portugués, Manuel Joaquín Carvalho, que se una al ejército patriota: “basta ya de sentirnos esclavos […]  aguardando a que ustedes vengan y espero que no sean pocos”[3]

Este pedido de pasarse a las fuerzas patriotas tiene su correlato en varios párrafos del Plan. Como ejemplo transcribo el siguiente del apartado 8-5 del Plan:

Tanto los dichos agentes, como los comandantes de las fronteras, deben también atraerse los ánimos de algunos jefes de las milicias y demás tropas de cada pueblo.

 El 25 de septiembre de 1811 el General Diego de Souza emite un bando donde anuncia el castigo a los desertores portugueses.[4] Esto indica que realmente se estaba produciendo una deserción de soldados en las filas de su ejército. Contucci, que era comerciante proveedor del ejército portugués, Estaba al tanto de estos sucesos.

Pero el documento más interesante de todos es el denominado: La Falla, conocido por ese nombre por ser las primeras palabras del mismo. Fue citado por Carlos Segreti en el libro citado.[5] Se trata de una proclama impresa, escrita en portugués, llevada por el general Rondeau a la Banda Oriental para ser distribuida entre las tropas y los habitantes de Brasil.
El 17 de setiembre de 1811, Rondeau escribe al capitán Castillo diciendo que adjunta proclamas para hacerlas circular entre las tropas portuguesas.[6]

El título original es: Falla a os Americanos Brazilianos en Nome D´America por sus jrmanos os abitantes das vastas Provincias do Río da Parata.[7]
Un párrafo de esta proclama dice en “México, Caracas, Santa Fe, Quito, y Perú todos gozan ya de las ventajas de la libertad civil inherente a todo hombre.”

Trascribo un pequeño trozo de la traducción para que conozcamos el tenor de esa proclama:

Os pedimos que os unais íntimamente a nuestros deseos que no son otros que romper las pesadas cadenas que nos han afligido en el trascurso de tres siglos en que vosotros habéis participado con nosotros y que dirijáis los ojos por un momento a vuestra situación y a la de vuestros opresores, los europeos y veréis que en ellos se encuentran concentradas nuestras riquezas, las comodidades, el orgullo altanero y el desprecio con que miran a todo americano.[8]

A esto también se refiere Contucci en su Plan. Además, habla de las proclamas escritas en portugués en 8-11:

Cuando las circunstancias prometan el éxito de un buen resultado, ya deben irlo anunciando pasquines y otras clases de papeles escritos en idioma portugués, llenos de mil dicterios contra el gobierno y su despotismo;

En otro párrafo del Plan, Contucci escribe en 2-13:

Además, con las proclamas seductivas, halagüeñas y lisonjeras con las frases de Libertad, Igualdad y Felicidad, se les estimulará a que concurran los vecinos de la Banda Oriental…

Son todas referencias a lo expresado por la Junta de Buenos Aires en el escrito La Falla.
Si tenemos alguna duda acerca de si Contucci tenía conocimiento de las proclamas revolucionarias, trascribo un párrafo de la misiva que Patricio José Correia de Camara le remite a Contucci el 2 de octubre de 1811.

Con los sentimientos de la más particular estima tuve la satisfacción de recibir las letras de V. S. y por medio de ellas el aviso que se dignó hacerme sobre los panfletos revolucionarios e inflamatorios que aparecieron en esta villa,

Explica además que debían ser localizados y quemados.[9]

El 8 de octubre Felipe Contucci escribe desde Cerro Largo, cerca de la frontera con Brasil una extensa misiva al general Diego de Souza en la que se muestra que, además de comerciante de ganado, tenía un pelotón de soldados a su mando y oficiaba de informante sobre las actividades de los patriotas y muestra soberana indignación por la proclama. En algunos párrafos de esta carta vemos ideas que luego volcaría en el Plan.
Manifiesta que le llegó a sus manos el impreso de La Falla:

“el escandalosísimo impreso “proclama a los americanos brasileños”. Éste me llevó a tal estado de desesperación, que desde aquel día sólo tengo presente el tratado inicuo del 27 de octubre de 1807 en Fontainebleau[10], su resultado y las consecuencias de este último atentado de los rebeldes de Buenos Aires, en caso de no tomarse medidas serias y muy urgentes para vengar un atrevimiento tan espantoso e inaudito.[11]

Hace alusión a las tratativas que se estaban realizando entre representantes de Buenos Aires y la Corte de Río de Janeiro para llegar a un armisticio.
Pero en el impreso la Falla, hay otra frase que sería puesta luego en el Plan:

Todo soldado que se pase con armas a las banderas del ejército de la patria, recibirá por ellas una retribución de 8.000 reis y él, a su vez, será recompensado con igual cantidad; en el caso de desearlo será incorporado a nuestros ejércitos gozando de un sueldo de 10.500 reis por mes, como todo soldado de estas provincias y además la gratitud de nuestra madre patria.[12]

Contucci escribe en el Plan en 9-5:

Antes de proceder a la disposición de la libertad de los esclavos, debe haberse dispuesto los ánimos, haciendo publicar en todas las divisiones y pueblos, donde haya tropas portuguesas del partido, que desde la fecha de aquella publicación, se les asigna, tanto a las tropas como a sus correspondientes oficiales, los mismos sueldos que gozan las nuestras, cuyos abonos serán satisfechos por cuenta de nuestros fondos y sin demora alguna, mensualmente.

Es muy posible que Contucci tuviera en su poder una copia del impreso La Falla para escribir estas líneas. El hecho de la deserción de los esclavos del Brasil y recibidos por los patriotas era una realidad. En una carta del general Diego de Sousa al Conde de las Galveas, del 29 de octubre de 1813, confirma que “Nuestros esclavos continúan desertando hacia los dominios españoles, para gozar de la libertad que el gobierno de Buenos Aires les prometió”.[13]

Habla luego de los planes provenientes de Montevideo del proyecto de Rondeau para atacar al ejército portugués y luego invadir el Brasil:
Entre lo mucho que se comenta de Montevideo, merece alguna atención el proyecto desesperado de Rondeau de minar cierto lugar por donde indefectiblemente debe pasar el ejército de V. E., hacer volar parte de aquel terreno y atacar a los portugueses con el importante cuerpo de lanceros, derrotarlos e invadir luego el continente y etc.
En una posdata Contucci agrego lo siguiente:

Acabo de saber, por un alto personaje, que Rondeau trata de marchar sobre Brasil luego que V. E. pase de Maldonado. Este pensamiento no debe desecharse aunque parezca una burrada.[14]

A fines de 1811, Contucci ya estaba al tanto de que desde Montevideo pensaban en una invasión de la Junta de Buenos Aires a los territorios del Sur de Brasil y ello debe haber influido en la redacción del Plan en sus últimos capítulos donde habla de ese asunto. Escribe en 7-4 lo siguiente:

debemos entrar a las proposiciones de los rompimientos con Portugal, con relación a conquistar la América del Brasil, o la parte de ella que más nos convenga, luego de combinar nuestros planes, que para el efecto trabajaremos con antelación, por medio de la guerras civiles; combinando al mismo tiempo, por medio de la tratados secretos con la Inglaterra, los terrenos o provincias que unos y otros debemos ocupar, y antes de estas operaciones hemos de emprender la conquista de la campaña del Río Grande del Sud, por medio de la insurrección, y los intereses que sacrificaremos bajo el aspecto de proteger la independencia, y los derechos de su libertad;

También José Presas, que era secretario de la Princesa Carlota, dice que el Príncipe Regente de Portugal temía que “si los revolucionarios de Buenos Aires llegasen a posesionarse de Montevideo, podrían con facilidad extender el sistema republicano hasta sus dominios;[15]

Es decir que en Brasil se temía la extensión de la revolución a sus territorios. Es por ese motivo que Contucci incluye en el Plan ese fantasma, del que decía que le parecía una burrada.
En septiembre de 1811, el general Rondeau, que dirigía el sitio de Montevideo, mandó un oficio a Ramón Villademoros y le ordenó atacar el campamento portugués de Cerro Largo, donde se encontraba Contucci. La fuerza la comandará Manuel Artigas. Es interesante destacar el párrafo de Rondeau donde explica el comportamiento para con los pobladores de Cerro Largo, que contrasta con lo escrito por Contucci en el Plan:

Posesionado Vm. De la villa, es necesario que Vm. Haga que su gente se maneje con moderación. Este porte hace honor a toda tropa, cuando lo contrario, la desacredita, y hace se le mire justamente con odio y con horror: que el pueblo conozca que son V. mercedes sus libertadores, y que sacándolo de la opresión, le restituyan con la libertad, su tranquilidad y sosiego; si hay que proceder contra alguno por haberse manifestado opuesto a nuestra causa, que sea con orden vuestra.[16]

Esta correspondencia fue capturada por los portugueses. Podemos ver que las disposiciones de Rondeau para los pobladores y para los “opuestos” a la causa, nada tenían que ver con las disposiciones terroristas de “cortar cabezas” que Contucci escribe en el Plan.
Entre la correspondencia que estaba en poder del ejército portugués capturada a Villamoros, podemos leer lo siguiente:

Reservada: Si Vm. Tuviese contestación con algún jefe portugués, use de toda urbanidad, y no atribuya sus excesos, sino a los ladrones, o a los soldados extraviados, contra quienes se dirige su celo; y no deje Vm. De darles a entender que está en alguna manera adicto a las ideas de Contucci. Esta política conviene, y mientras tanto romperle la cabeza si se puede.

Esta alusión directa de Contucci a romper las cabezas podría ser motivo de las expresiones que escribe en el Plan: “cortar cabezas”.



[1] Pablo A. Chami, Antes del 25…, op. cit. p. 29.
[2] Política Lusitana…, tomo II, p. 241.
[3] Ibidem, tomo II, p. 289.
[4] Ibidem, tomo II, p. 294.
[5] Carlos Segreti, El Plan…, op. cit. p. 76.
[6] Política Lusitana…, op. cit., Tomo II, p. 305.
[7] Ibidem, tomo II, p. 301.
[8] Ibidem, Tomo II, p. 303.
[9] Ibidem, Tomo II, p. 324.
[10] Se refiere al tratado entre España y Napoleón que terminó con la conquista de Portugal y el traslado de la Corte Portuguesa a Brasil.
[11] Ibidem, Tomo II, p. 338.
[12] Ibidem, Tomo II, p. 304.
[13] Ibidem, Tomo III, p. 110.
[14] Ibidem, Tomo II, p. 340.
[15] José Presas, Memorias secretas de la Princesa del Brasil, Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1947.
[16] Política Lusitana…, op. cit., Tomo II, p. 342.

7 ¿Quién escribió el Plan? Parte 2




Las tropas del general portugués Diego de Sousa comienzan su marcha hacia Montevideo desde la fortaleza de Santa Teresa el día 3 de octubre de 1811 y llegan a Maldonado el 12 del mismo mes sin encontrar oposición de las fuerzas de Buenos Aires que se retiran a reforzar el sitio de Montevideo.[1]
Desde Maldonado envía un parte al Conde de Linhares en la que expresa conceptos luego tomados por Contucci para elaborar el Plan. Sousa había enviado a trescientos cuarenta hombres para atrapar al comandante Vargas pero éste pudo escapar. Dice en ese parte lo siguiente:

 Se malogró por la huida de Vargas, comandante de las partidas porteñas, hombre tan desnaturalizado, que en el arroyo Garzón llegó hasta hacer degollar a un español y apuñalear a otro, que había traído prisionero de Rocha, por habernos vendido algunas provisiones de boca.[2]

Contucci toma este incidente y lo expande a las intenciones de toda la Revolución y las pone en boca de Moreno en 2-9 lo siguiente:

…mandando inmediatamente a los pueblos del Uruguay y demás principales de la campaña, una fuerza de quinientos a seiscientos hombres con oficiales, sargentos, cabos y demás, para que sirviendo de apoyo se vayan organizando en los mismos pueblos algunos escuadrones de caballería y cuerpos de infantería, teniéndose presente el haberse atraído ya a nuestro partido honrándolos con los primeros cargos, a un Barde, negro, a un Baltasar Bargas, o a los hermanos y primos de Artigas, a un Benavídez, a un Vázquez, de San José, y a un Baltasar Ojeda, etc., sujetos que, por lo conocido de sus vicios, son capaces para todo, que es lo que conviene en las circunstancias, por los talentos y opiniones populares que han adquirido por sus hechos temerarios;

Sin comentarios.

Continúa el parte pidiéndole al ministro portugués que no haga ningún pacto con Elío en Montevideo y el Gobierno de Buenos Aires pues estaba al tanto de las tratativas de Sarratea en la corte de Río de Janeiro.
Por último, escribe el siguiente párrafo importante para este trabajo:

Presento a V. E. el parte N° 7° recibido en este instante del comandante del destacamento que dejé en Cerro Largo, el cual debería resultar más agradable a V. E. si en la lista de prisioneros no figurasen desertores portugueses que, engañados por las promesas de la “Proclama a los americanos brasileños”, de la cual remití a V. E. algunos ejemplares, fueron a alistarse con las tropas porteñas y es necesario castigarlos para que sirva de ejemplo.[3]

Esta confesión es prueba de la efectividad de la Falla y de los párrafos del Plan que hablan de promover la deserción de soldados brasileros e incorporarlos a las filas patriotas. Cosa que sucedió en la realidad, que Felipe Contucci conocía e introdujo en el Plan, pero que de ninguna forma Mariano Moreno podría saber pues ya había fallecido en su travesía hacia Inglaterra.
El 10 de octubre de 1811, Javier Elío, que había sido nombrado Virrey del Río de la Plata por el Consejo de Regencia, pero que ejercía su autoridad solamente en la ciudad amurallada de Montevideo, envía una carta al general Diego de Sousa pidiéndole que detenga la marcha de sus tropas pues había llegado José Julián Pérez desde Buenos Aires para establecer los términos de la mediación que había solicitado el Príncipe Regente de Brasil.
A esta mediación se refiere Contucci cuando escribe en el Plan en 4-3 lo siguiente:

[…], cuando la plaza no se hubiese rendido ya, y los portugueses nos apurasen, a que tratemos de un armisticio o composición; y últimamente el fin es que nuestros influjos, exposiciones y dinero proporcionen enredar al gobierno de Montevideo con el gabinete de Portugal, por medio de sus mismos alegatos, indisponiendo los ánimos de ambos con las tramas e intrigas, que éstas aquí no pueden figurarse, porque además que son susceptibles de variar con los acontecimientos que vayan sucediendo, sería excusado exponer algunas de ellas; pues el resultado es que a costa de proposiciones ventajosas y sacrificios del oro y la plata, no dudemos que guiadas las cosas por el embajador inglés, que es el resorte más esencial y principal que gobierna y dirige, por sus respetos, las operaciones del gabinete del Brasil, alcancemos cuanto queramos.

La opinión que tenían la princesa Carlota, su secretario Presas y Contucci acerca de los ingleses podemos verla en los dos párrafos que siguen:

[…] cuando están dando la ley desde sus fortalezas marítimas a todos los que encuentran en su tránsito, o en los puntos donde tienen enarbolado su pabellón, que de ordinario deja de ser amenazador para convertirse en fulminante.[4]

Además, en este párrafo del Plan, encontramos un concepto que denota el pensamiento de José Presas, que era el secretario de la Princesa Carlota. Escribe lo siguiente: 

Señora, yo hasta ahora siempre he procurado hacer su real voluntad; pero en este caso lo veo como imposible, porque V. A. R. ni yo tenemos medios ni facultades para contrarrestar las soberanas disposiciones del príncipe, ni menos el poder de la Inglaterra, al cual, como ve V. A. R., está sujeto a su mismo esposo; y los Portugueses todos, tanto en la península como en todos los dominios de ultramar, gimen bajo el yugo del despotismo inglés.[5]

Vemos en estos párrafos cómo esta opinión se vierte en el Plan.
El 7 de octubre de 1811 se celebra un armisticio entre el Virrey Elío y la Junta de Buenos Aires. Rondeau deja el sitio de Montevideo y Diego de Souza detiene la marcha de su ejército en la ciudad oriental de Maldonado.

En el archivo de Política Lusitana, se encuentran cartas provenientes de la Corte portuguesa en Río de Janeiro que expresan noticias de Montevideo y de la Banda Oriental. Estas noticias que llegaban a la Corte portuguesa tienen  alguna relación con el Plan.
En una carta de José Ferrira d´Abreu, delegado de Diego de Sousa en Buenos Aires, escribe a José Nunes, músico real de la Corte en Río de Janeiro, acerca de la situación en la Banda Oriental. Esta noticia circuló en la Corte:

Montevideo por ahora se encuentra sosegado […] Aquí estamos esperando que ellos se rebelen y nos maten a todos.  F. Artigas anda con 2.000 hombres matando y robando todo lo que encuentran por la otra banda; no quiere obedecer ni a este gobierno ni al de Montevideo. El citado Artigas dijo a su gente que a todos los portugueses que apresaran los mataran.[6]

Se refiere a Manuel Francisco Artigas, Hermano de José Gervasio. Esta carta me remite a algunos párrafos del Plan en 2-9:

[…] los hermanos y primos de Artigas, […] sujetos que, por lo conocido de sus vicios, son capaces para todo, que es lo que conviene en las circunstancias, por los talentos y opiniones populares que han adquirido por sus hechos temerarios;

En una carta del español Ramón de Galarraga, fechada en Buenos Aires el 15 de octubre de 1811 y en poder del archivo portugués, dice:

Todos los españoles en ésta nos vemos con muchos y muy grandes trabajos, porque los hijos de la Patria no nos pueden ver, y ha llegado al extremo de decirnos que nos han de degollar; pues nos han desterrado en 2 ocasiones, y nos han vuelto dejar motivado que veían que quedaba despoblada la ciudad; pero con todo han desterrado, y han matado una porción;[7]

En esta carta vemos que el tema del degüello circulaba entre los españoles europeos como una posible amenaza y no como una realidad. Que estas noticias llegaban a la corte de Río de Janeiro y que posiblemente fueron tomadas por Contucci para escribir todas las alusiones a degüello que pone en boca de Moreno. Escribe en el la Introducción del Plan:

[…] y así no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa, aun cuando tengan semejanza con las costumbres de los antropófagos y caribes.

La corte de Río de Janeiro seguía recibiendo informes de la situación de la campaña de la Banda Oriental, de Montevideo y de Buenos Aires. El 9 de enero de 1812, llegaba correspondencia procedente del Río de la Plata en el bergantín Guadalupe. Había una carta fechada en Maldonado el 20 de noviembre de 1811 en el que el autor consignaba que las tropas portuguesas se encontraban detenidas en esa ciudad desde hacía dos meses y que Elío se había retirado a España luego de acordar un cese del fuego con los sitiadores.[8]

El 1 de diciembre de 1811 una carta de Francisco Bernardes da Silva expresa el mal estado de las tropas portuguesas:

En el campamento la tropa ha pasado por privaciones, falta de sueldos, muchos han muerto y la mayor parte ha desertado.[9]

Esto tiene correlación con lo escrito en 4-3 del Plan:

[…] que tratemos de un armisticio o composición; y últimamente el fin es que nuestros influjos, exposiciones y dinero proporcionen enredar al gobierno de Montevideo con el gabinete de Portugal, por medio de sus mismos alegatos, indisponiendo los ánimos de ambos con las tramas e intrigas, que éstas aquí no pueden figurarse, porque además que son susceptibles de variar con los acontecimientos que vayan sucediendo, sería excusado exponer algunas de ellas; pues el resultado es que a costa de proposiciones ventajosas y sacrificios del oro y la plata, no dudemos que guiadas las cosas por el embajador inglés, que es el resorte más esencial y principal que gobierna y dirige, por sus respetos, las operaciones del gabinete del Brasil, alcancemos cuanto queramos.
Vemos la mención del armisticio y ahora las deserciones.

Artigas seguía hostigando a los portugueses en la campaña de la Banda Oriental a pesar de la tregua. El virrey Elío había sido reemplazado por Gaspar de Vigodet como gobernador. El embajador español en Río de Janeiro, Marqués de Casa Irujo protestó ante el Conde de las Galveas, que era ministro de guerra, instando a los ejércitos portugueses a defender Montevideo. Galveas, el 8 de febrero, solicitó al embajador inglés, Lord Strangford, autorización para auxiliar a Montevideo.[10]  En una carta de Lord Castlereagh, Ministro de Relaciones Exteriores Británico, fechada el 14 de abril de 1812, entiende que no es conveniente que el Príncipe Regente de Portugal oficie de mediador entre Montevideo y Buenos Aires.[11] Mientras tanto siguen los enfrentamientos entre porteños y orientales con las tropas portuguesas. El Gobierno Británico envió a Juan Rademaker como mediador al Río de la Plata a negociar un armisticio entre este gobierno y el de Montevideo. El 10 de junio de 1812, el enviado británico remite un informe a Lord Strangford dando cuenta de su misión. Se llegó a un armisticio en el que se acordaba que las tropas portuguesas se retirarían a sus fronteras. Pero en esa nota se encuentra una consideración importante del mediador acerca de los propósitos del Gobierno de Buenos Aires. Trascribe las impresiones acerca de lo vivido en una representación teatral de la obra Alcira en un teatro de la Capital:

Este pueblo se ha propuesto establecer una república democrática, y parece que quiere perder su vida y sus bienes, que desistir de esta empresa. Conviene que Su Alteza Real sea desengañado y que no suponga que aquello que aquí se ha hecho no es más que una efervescencia pasajera.[12]

En la Introducción del Plan aparece una frase parecida:

En cuya atención y consecuencia, la sensibilidad y una extremada energía son los elementos más grandes de la naturaleza y los más propios para realizar una grande obra, porque entonces los ánimos generosos se desenvuelven en medio de las más horrorosas tempestades, aumentando sus fuerzas a proporción de los peligros que los amenazan, y consiguientemente unos hombres de este corazón son capaces de las acciones más heroicas, y aun de conducir con su política las tramas más largas y formales, donde se cifre la vida de un hombre y el destino de un estado.

Vigodet envía a José Primo de Rivera como emisario ante la Corte de Río de Janeiro con el fin de que esta nación no evacúe las tropas portuguesas de la Banda Oriental del Río de la Plata. Es en este momento que aparece la idea de que Buenos Aires tiene como intención la invasión del sur de Brasil. En efecto, el enviado de Vigodet, en nota a Lord Strangford, el 13 de julio de 1812 escribe lo siguiente:

El que tal crea no conoce los espíritus revoltosos de los de Buenos Aires; no saben que burlándose de todas las garantías del mundo, y reforzando con armas y millares de hombres que sacarían de Montevideo y su provincia, llevarían su ambición al Brasil.[13]

Existe en el Plan un texto muy parecido en 4-5:

Últimamente, cuando hay poca esperanza de éxito de un negocio es máxima de los más grandes talentos arrojarse a una deliberación la más arriesgada; y en esta inteligencia debemos proponer a la Inglaterra que, para que mantenga su neutralidad y la corte del Brasil abandone la causa de Montevideo, la persuada con pretextos que se hacen a su autoridad y respetos, por algún gobierno de Montevideo

Y en otro párrafo del Plan, en 7-4:

En esta virtud, cuando las estrechas relaciones de una firme alianza con la Inglaterra nos proporcionen la satisfacción de nuestros deseos con aquel gabinete, nuestros ministros diplomáticos deben entablar los principios de enemistades e indisposiciones entre Portugal y la Inglaterra; y tomando los asuntos aquel aspecto que nos sea satisfactorio, debemos entrar a las proposiciones de los rompimientos con Portugal, con relación a conquistar la América del Brasil, o la parte de ella que más nos convenga,

Es decir que vemos que la idea de la invasión al Brasil parte de Montevideo cuando las tropas portuguesas se disponen a evacuar la Banda Oriental. En su desesperación, Vigodet insinúa que buenos Aires tiene en sus planes invadir Brasil.

El armisticio propuesto por Rademaker no es aceptado por Montevideo y se propone una nueva mediación.
El 22 de julio de 1812, El enviado de Montevideo ante la Corte de Río de Janeiro, José Primo de Rivera, escribe al Príncipe Regente una nota que revela la preocupación de Gaspar de Vigodet con respecto al armisticio y el retiro de las tropas portuguesas. Comienza diciendo que de retirarse las tropas portuguesas, se producirá la invasión de la campaña y la pérdida de Montevideo. Pide que se anule el armisticio.
Se encuentran en esta misiva, párrafos interesantes que remiten al Plan. Trascribiré algunos:

Aunque parece aventurado contar la historia de lo futuro, me atrevo a decir cuál será la suerte de América Meridional, si V. A. Real cae en el lazo de ratificar el convenio entablado; […] Mientras estuve comisionado en Buenos Aires tuve ocasión de conocer muy a fondo los dobleces de los corazones de los facciosos impregnados de máximas democráticas, y del maquiavelismo más refinado.
Explica que si se retiran las tropas de Portugal, quedarán liberadas fuerzas de Buenos Aires para atacar el Perú, que considera “manantial de riquezas”. De otra forma, los insurgentes no podrán contar con recursos para continuar la guerra. Es decir que revela que el interés del Gobierno de Buenos Aires estaba centrado el problema del Alto Perú y no tanto en la Banda Oriental. Continúa diciendo:
Entre tanto sin esperar la decisión de este suceso, el célebre bandolero Artigas, digno de este nombre por su execrable infidencia y barbarie, pasará a la Banda Oriental del Río de la Plata con su gavilla de dos mil y quinientos gauchos, que son despreciables para doscientos hombres de caballería regular;

Poco más adelante encara el tema de la invasión a Brasil:

Este será el momento, Señor, en que burlándose de todas las garantías del mundo, invadirán los estados de V. A. Real. Estos proyectos gigantescos los dan a conocer por sus mismas gacetas en donde improperan sacrílegamente a la augusta persona de V. A. Real.[14]

Vemos párrafos similares insertos en el Plan:

1. Sobre el armisticio en 4-3.

[…] cuando la plaza no se hubiese rendido ya, y los portugueses nos apurasen, a que tratemos de un armisticio o composición;

2. Sobre la campaña de la Banda Oriental en 2-11:

Ya alarmados los pueblos y unidas las fuerzas en masa, mandando de aquí los jefes y una mitad de oficiales, a lo menos, de los más instruidos, que se hallan agregados en los tercios de esta Capital, uniformándolos y pagándoles sus sueldos corrientes, se podrá comenzar a invadir y adelantar terreno hacia la plaza de Montevideo, para ir alarmando, y protegiendo el sistema de aquellos pueblos inmediatos que están bajo la garantía de aquélla, proveyéndoles al mismo tiempo de trenes, tiendas de campaña y demás necesario.

3. Las referencia a la invasión, subversión y conquista de Brasil ocupan numerosas páginas del Plan. Rescato una de ellas 8-14:

[…] la alianza de Inglaterra, la que condescendiendo a nuestros planes, convenga en la conquista de la provincia del Brasil, entonces nos podremos extender más, mediante a que, operando a un tiempo por diversos parajes, emprenderemos la de Santa Catalina, Bahía de todos los Santos y demás, y más principales e interesantes puertos.

Es evidente que muchas partes del Plan fueron inspiradas por estas ideas que llegaban desde Montevideo y de la campaña Oriental a la Corte de Río de Janeiro.
El gobierno inglés solicitó a través de su embajador, Lord Strangford que las tropas portuguesas evacúen la Banda Oriental.[15] Esto hizo concebir a Contucci que existía alguna forma de entendimiento entre la corte Británica y el Gobierno de Buenos Aires. En el Plan también se pueden apreciar estas ideas que el escriba coloca en las palabras de Moreno en 4-5:

Últimamente, cuando hay poca esperanza de éxito de un negocio es máxima de los más grandes talentos arrojarse a una deliberación la más arriesgada; y en esta inteligencia debemos proponer a la Inglaterra que, para que mantenga su neutralidad y la corte del Brasil abandone la causa de Montevideo,

El negociador Rademaker, sin un motivo aparente, abandonó Buenos Aires y con ello la negociación del armisticio. Se encaminó a Londres sin recalar en Río de Janeiro para informar a Lord Strangford.[16]



[1] Ibidem. Tomo II, p. 354.
[2] Idem, Ibidem.
[3] Ibidem, Tomo II, p. 355.
[4] José Presas, op, cit., p. 43.
[5] Ibidem. 177 y 178.
[6] Política Lusitana…, op cit., Tomo II, p. 451.
[7] Ibidem, Tomo II, p. 452.
[8] Ibidem, Tomo III, p. 4.
[9] Ibidem, Tomo III, p. 5.
[10] Ibidem, Tomo III, p. 13 – 15.
[11] Ibidem, Tomo III, p. 26 y 27.
[12] Ibidem, Tomo III, p. 56 – 57.
[13] Ibidem, Tomo III, p. 58.
[14] Ibidem, tomo III, p. 73-76.
[15] Ibidem, Tomo III, p. 77.
[16] Ibidem, tomo III, p. 88.

8 ¿Quién escribió el Plan? Parte 3



El 13 de octubre de 1812, el ministro de Relaciones Exteriores, Conde de las Galveas, escribió al Príncipe regente acerca de una conferencia que tuvo con Lord Strangford. En el relato de esta conversación aparece por primera vez una mención del plan de Buenos Aires de invadir Brasil. El párrafo es extenso pero muy ilustrativo pues incluye muchos conceptos similares a lo consignado por Contucci en el Plan de Operaciones. Lo que queda en duda es lo siguiente, ¿Tenían ya en Montevideo una copia del Plan de Operaciones y estaba incluido entre los documentos que acompañaban a esta misiva o, estas ideas emanadas desde el sitio de Montevideo dieron origen al Plan? También es posible que Contucci decidiera agregar a los papeles capturados una copia del Plan. Creo que es una cuestión que con los conocimientos actuales no podemos contestar. Transcribo parte de este informe:

Comencé por referir a lord Strangford las importantes noticias participadas en el oficio de D. Diego de Souza y documentos que lo acompañaban, y haciéndole ver lo evidente que era el plan elaborado por el gobierno de Buenos Aires para revolucionar al Brasil, comenzando por Río Grande, no fue difícil persuadirlo de que el armisticio tendiera más a facilitar este horrible proyecto, que a prevenirlo; le comuniqué la resolución en que Vuestra Alteza Real se encontraba de poner al tanto a la Junta de Buenos Aires de los abominables procedimientos de sus oficiales y empleados, en el intento de seducir a los vasallos de V.A. R. y perturbar la tranquilidad de los pueblos, de expedir las órdenes más positivas a los gobernadores y capitanes generales de las capitanías limítrofes para interrumpir toda Comunicación sospechosa con los habitantes de las provincias españolas que nos rodean y han erigido el estandarte de la rebelión contra su legítimo soberano y, finalmente, de mandar colocar sus tropas en las fronteras, en estado de poder ser utilizadas eficazmente en la defensa de las mismas y rechazar cualquier agresión abierta o simulada que pretendieran realizar para conseguir sus insidiosos y detestables fines. Lord Strangford reconoció la gravedad de las circunstancias en que nos encontrábamos y convino conmigo en escribir también a la Junta Suprema de Buenos Aires exponiendo la irregularidad de su comportamiento en nombre del gobierno británico. Estoy aguardando la carta para la Junta, que Será elevada a la real presencia de V. A. R. apenas esté lista e igualmente se trabaja en la expedición de las órdenes de V. A. R. para los gobernadores de sus capitanías limítrofes.[1]

Por si existen dudas de que Felipe Contucci estaba al tanto de estas cuestiones, en una carta fechada el 13 de noviembre de 1812 en Río de Janeiro enviada por Antonio de Villaloba Portugal al Conde de las Galveas menciona a la “Exhortación a los americanos brasileños”, (La Falla), y da cuenta de la presencia de Contucci en las fronteras portuguesas. Es otro escrito que transcribo algunos párrafos:

Por aviso fechado hoy V. E. me ordena que realice todas las diligencias para conseguir el original impreso titulado: Exhortación a los Americanos Brasileños en el idioma en que fue escrito, para remitírselo.
Y sobre esto quiero manifestar a V. E. que Sólo podré mandar pedir y preguntar por ello a la persona de confianza que me lo comunicó, cuando ella como me lo prometió me remita otro papel semejante, para dirigir la carta por el mismo portador, pues de otro modo no puedo comprometer el nombre y el secreto de un hombre honrado en esta materia, pues se trata con masones y revolucionarios de los cuales nadie quiere ser víctima. Agrego a esto que pienso que actualmente no está impreso, porque entonces sería ese el que hubiera llegado a mis manos, ni creo que se hiciera en español, pues su fin era seducir a los portugueses.
[]
Una colección de estos papeles, descubierta por la habilidad prudencia del capitán general y remitida en forma oficial a V. es más digna de crédito que un impreso, pues la ocultación de mano que hiere, hace al delito más grave y ciertamente convence y hará enmudecer cualquier opinión contraria, sobre la buena conducta de los insurgentes, porque son terribles, y ni siquiera S. A. se da cuenta de ello, aprovechándose ahora mucho el pesar que agobia al ejército —por tener que retirarse a los cuarteles— y del cerco que, según dicen, se ha puesto a nuestra frontera.
Ruego a V. E. que demuestre su celo y amor a la persona S. A. R. mandando secuestrar estos papeles, en secreto y sin han alardes de justicia. Que mande impartir todas las providencias directas o indirectas que V. E. conoce mucho mejor que yo, para que se ataje este mal de la comunicación con los rebeldes, pues en mi concepto toda la población de la Capitanía nos es fiel y todo el ejército odia a los insurgentes, pero debe mantenerse libre de la corrupción, no permitiendo que se enfrié el celo que tiene por los realistas españoles. De éstos escuché decir que un Felipe Contucci y D. Joaquín de la Paz vinieron a buscar refugio en las guardias portuguesas. Si llega a mi mano algún otro documento o respuesta con referencia a si este papel es o no impreso, tendré el honor de decírselo a V. E.[2]

Esta interesante nota demuestra la preocupación de la Corte de Portugal para conocer los impresos de Buenos Aires y también la presencia de Contucci en la frontera con Brasil.
En el capítulo anterior vimos que Contucci continúa en la frontera de la Banda Oriental y Brasil, en el campamento de Yaguarón, a comienzos de 1813, manteniendo su correspondencia con la Princesa Carlota. En estas misivas es donde anuncia un plan. En junio de 1813 fue derrotado por una partida comandada por Domingo French por lo que debió regresar a Brasil. En efecto, el 26 de junio de 1813 escribió una carta a la Princesa Carlota desde Río Grande, al sur del Brasil, donde le comunica que fue derrotado por las tropas de Domingo French y que intenta dirigirse a Montevideo.[3]

Dejamos a Contucci en Río Grande, pronto lo encontraremos nuevamente, y seguimos con los informes que llegaban a Río de Janeiro desde la Banda Oriental que nos ilustra del pensamiento realista y las ideas que tenían de los patriotas que ellos llamaban insurgentes.
En una memoria escrita por Bento López el 13 de septiembre de 1813, relata algunos acontecimientos del sitio de Montevideo, la desinteligencia de Artigas y Sarratea, y desliza observaciones que me remiten a ciertas partes del Plan. Transcribo algunas frases:

[…] a causa de la sublevación del estúpido y grosero Artigas con sus orientales, las tropas y el resto de los del partido occidental [los porteños] se encuentran con un veneno terrible que bien se deja ver, pero todo esto no se divulga, con el propósito de tomar la plaza,

Luego describe la penosa situación de los sitiados y continúa refiriéndose a Artigas:

Éste despachó el 6 de agosto uno de sus oficiales, en carácter de comerciante o aparentándolo a observar los movimientos de este gobierno y llevar 200 rifles o carabinas de la caballería que acá facilitaba un inglés a un comerciante que estaba en contacto con el citado Artigas. El nombrado también recibe noticias de Río Pardo, pues apenas llegué al lugar del sitio, también se hizo presente un porteño que había estado en Río Pardo con cartas para Artigas, en que le informaban de un conato de sublevación que allí hubo, en que se dieron vivas a la libertad, de modo que entre ellos se produjo un gran contento y decían que los portugueses ya tratan de sacudir el yugo tirano y hacerse compañeros nuestros,[4]

Estos conceptos también están vertidos en el Plan. En 8-3 dice:

Luego, inmediatamente, deben mandarse agentes en clase de comerciantes, o de otras maneras, a proporción de la magnitud de cada pueblo, a todos los destinos del Río Grande del Sud.

En 9-5 escribe sobre las disposiciones para lograr la deserción de tropas portuguesas:

Antes de proceder a la disposición de la libertad de los esclavos, debe haberse dispuesto los ánimos, haciendo publicar en todas las divisiones y pueblos, donde haya tropas portuguesas del partido, que desde la fecha de aquella publicación, se les asigna, tanto a las tropas como a sus correspondientes oficiales, los mismos sueldos que gozan las nuestras, cuyos abonos serán satisfechos por cuenta de nuestros fondos y sin demora alguna, mensualmente.

Las coincidencias de esta memoria y lo consignado por Contucci en el Plan son muy significativas. Tenemos que tener en cuenta que en la fecha de enviarse este escrito, el escriba también estaba en el sur del Brasil y posiblemente conocía este informe.
El 17 de diciembre de 1813, el jefe de policía de Río de Janeiro, Paulo Fernández de Viana, informa al Príncipe Regente la llegada de Manuel de Sarratea como enviado de la Junta de Buenos Aires:

D. Manuel de Sarratea llegó ayer en la fragata inglesa y desembarcó esta mañana, según él dijo y hay quien afirma que lo hizo ayer.  […]  Declaró que venía a tratar de negocios públicos con el Conde de las Galveas a quien se tenía que dirigir para ello; me presentó su pasaporte firmado por los diputados del gobierno de Buenos Aires, con las nuevas armas que allí adoptaron y su leyenda; en el pasaporte aclara que viene a tratar de negocios públicos. […] Se retiró, y yo una hora antes ya sabía que los españoles aquí residentes y simpatizantes con la buena causa pensaban que su venida tenía por objeto espiar y estorbar cualquier conclusión favorable a los enviados de Montevideo y que por la salida de ellos es que se había proyectado este viaje. Me comprometí a mandar espiar sus pasos y sería buena la providencia que en la otra oportunidad tomé mediante el coronel Francisco Manuel. El proyecto de estos revolucionarios consiste, por ahora, en malquistar a los de Montevideo con nuestra corte y mostrarse como  mejores, pero lo que está asentado en acuerdo fundamental de la revolución es que apenas se consolide la de ellos, revolucionar las provincias del Brasil y hasta mismo separarse de Inglaterra cuando dejan de precisar de ella.[5]

Encontramos en este lugar, en la correspondencia de Viana, la idea de que los emisarios del Río de la Plata tienen posibilidad de usar los navíos ingleses para transportar a los emisarios diplomáticos que figura en el Plan en 4-5:

[…] se nos franquee por la corte de Inglaterra los auxilios de armamentos, y demás necesarios por los justos precios; que bajo el respeto de su bandera se conduzcan nuestros diputados a los parajes de ultramar donde se les destine; asimismo siempre que por el Río de la Plata tengan nuestros diputados o comisionados que desempeñar algunos encargos o conducciones de municiones, armamentos o caudales de esta Capital a la Banda Oriental; y en la misma forma cuando necesitemos sean conducidos bajo su bandera diputados nuestros, que se dirijan a la plaza de Montevideo con algunas proposiciones o avenencias,

Las nuevas armas a que se refiere Viana son las que había aprobado la Asamblea del año Trece, es decir el nuevo Escudo Nacional. Termina la nota con una referencia al Plan que llama: acuerdo fundamental de la revolución, donde ya aparece la idea de “revolucionar las provincias del Brasil, y separarse de Inglaterra. Cabe entonces la pregunta: ¿conocía Viana el Plan, o fue luego que con Contucci y Álvarez lo elaboraron? Mi impresión es que con estas ideas y con toda la información con que contaban las autoridades de Río de Janeiro, a comienzos de 1814 elaboraron el documento.

En diciembre de 1813 se encontraba en Río de Janeiro una misión de la sitiada ciudad de Montevideo encabezada por Mateo Magariños con el objetivo de recabar la ayuda portuguesa de la ciudad. Para ello pide al Príncipe tres proposiciones: 1. Ayudar con víveres y dinero, 2. Cerrar las fronteras entre Brasil y la Banda Oriental para que no puedan ingresar pólvora y armas los sitiadores y 3. Lograr una mediación del Príncipe Regente en lugar del embajador británico, Lord Strangford, a quien consideraban partidario de Buenos Aires.[6] Estas ideas, el entendimiento de Buenos Aires con Inglaterra también está expresado en el Plan.

En diciembre de 1813 y enero de 1814, en la corte de Río de Janeiro se encuentran los protagonistas de esta historia. En efecto, Manuel de Sarratea está en gestión diplomática enviado por Buenos Aires y tiene como destino final, Inglaterra. Su posición es que con respecto a la mediación con el Gobernador de Montevideo, Vigodet, sea garante Lord Strangford. Está Mateo Magariños, delegado de la sitiada ciudad de Montevideo, que reclama la mediación del Príncipe Regente y ayuda para la ciudad, sitiada y sus habitantes en situación penosa. Se encuentran también nuestros personajes, Felipe Contucci y Álvarez de Toledo. Todos ellos vigilados por el poderoso jefe de policía, Paulo Fernández de Viana. Entiendo que la reunión de los cuatro últimos puede haber sido dónde se gestó el Plan de Operaciones.

Analizando el texto del Plan, encontramos que coincide con los sentimientos de estos cuatro defensores de la causa realista. Sus sentimientos y su desesperación emergen de la letra del Plan. El desprecio hacia los armisticios, la inquina con Inglaterra y la mediación del Lord, la necesidad de ayuda a Montevideo, la pintura de los patriotas como desalmados sedientos de las cabezas realistas. En fin, creo que fue en esos momentos y con la colaboración de ellos que se elaboró el Plan. Porque en el Plan se encuentran los elementos que estaban en el conocimiento de todos ellos pero cada uno de forma incompleta, tenían una fracción de estos conocimientos. Es decir que con la reunión de lo que sabían parcialmente cada uno, se elaboró el Plan que tomó partes de lo manifestado en la correspondencia que figuraba en los archivos de Río de Janeiro y que ya analicé en detalle en el texto.

En una carta de Contucci a Viana del día 14 de Mayo de 1814 le comunica su desesperación ante la inacción del Príncipe Regente con respecto a la ayuda a Montevideo. Insiste en denigrar al general Diego de Sousa con las siguientes palabras: “realmente no existe un hombre más criminal, pues se atrevió a conspirar hasta contra Nuestro Amable Soberano” y más adelante anuncia su plan: “Mi plan es sencillo y de poco costo, de ningún compromiso, sumamente útil para este reino y de mucha gloria para S. A. R. el príncipe Regente.” Agrega que se dirigirá a Montevideo por asuntos comerciales y que si la ayuda a Montevideo tiene lugar, podría ser él portador de la noticia. Urge al príncipe la contestación pues entiende que “debe caer muy pronto en poder de los revolucionarios.[7]

 En de julio el Plan estaba terminado. Pero era tarde, ya vimos que el 23 de mayo de 1814 las tropas de Buenos Aires, al mando del general Alvear. En efecto, el 13 de julio había llegado la noticia de la toma de Montevideo por los porteños y Viana le comunica al Príncipe Regente la mala noticia y en esta carta encuentro la primera mención específica del Plan escrito y que el Príncipe Regente ya tiene una copia en su poder. Parte del texto, donde vemos los tópicos que forman parte del Plan y que preocupaban a la corte de Brasil es el siguiente:

 […] este prisionero vio en Canelones dos regimientos de negros que en su mayor parte eran del territorio portugués y ahora con la caída de Montevideo espera que muchos esclavos huyan y que todo lo que nos prometieron se convierta en una perfecta ilusión.
El plan consistía en poner entre Cerro Largo y Yaguarón, mismo en Borbón, alguna gente para que en una noche se pudiera aproximar a nuestra frontera, con cuyo descuido contaban. Sabían que el general de Río Grande luego de haber entregado muchas cajas (decían ellos) por dinero, había fijado edictos para que el 15 de enero del corriente todos se encontraran en sus cuerpos, pero que nada de esto se cumplía y difundían expresiones poco respetuosas y sumamente ofensivas contra el gobierno y la nación portuguesa, de modo que por obras y palabras se mostraban incitados a llevar su plan a todo el Brasil. Esto aunque ahora no se afirmara positivamente, está indicado en el plano general de esta revolución, en el papel que está en poder de S. A. R. Luego que aquí estalló la noticia de la caída de Montevideo, en los bares y corrillos se comenta esto mismo, como oído por los españoles de aquel territorio que aquí se encuentran y hasta dicen que ya repartieron papeles en el territorio de Río Grande formulando invitaciones y que mucha gente de los Dragones se pasó con ellos por el ventajoso sueldo que ofrecen y por lo mal que vivía en Río Grande.
Es por todo esto que se deben tomar con antelación providencias para asegurar y poner bajo vigilancia extrema nuestra frontera, interceptando toda comunicación que pueda resultar sospechosa. El publicar allí un perdón para desertores es una medida indispensable para ver si se torna a ganar a la gente de Portugal, que allí se encuentra y se debe contar que en Porto Alegre y Río Grande, según manifestó el mismo prisionero de Canelones, hay gente que se entiende con ellos y que habla favorablemente y formula elogios de su mejor situación y que según dicen los informa de todos los movimientos, lo que también es preciso examinar.

Ya está el Plan en manos del Príncipe Regente, pero el principal objetivo del escrito, que era la ayuda a Montevideo, no podía ser realizado. Es entonces que se decide llevar el Plan a España, donde Fernando VII ya estaba instalado en el trono y solicitar una expedición de España para reconquistar los territorios perdidos del Río de la Plata.

Un último documento es citado por Ruiz Guiñazú proveniente del Archivo de la Princesa Carlota Joaquina. La ortografía es la original.

El 8 de Octubre tube la complacencia de besar la mano a mi Monarca y querido Ermano de V. A. después que ya havia leído el Pliego con que la bondad de V. A. R, me honró; y haviéndolo cumplimentado lleno del mayor gozo, tubo Su Majestad la bondad de escucharme con las más vibas demostraciones de gusto, sobre todos los puntos que recité, y demás que me interrogó en cumplimiento de mi encargo y dever.[8]

Según esta carta, el 8 de octubre de 1814, Álvarez de Toledo había entregado el Plan al rey Fernando VII repuesto en el trono como monarca absoluto, según otro párrafo de esta carta.
Resulta evidente, luego de lo expuesto en este capítulo que el Plan estaba confeccionado por partidarios monárquicos, posiblemente por Contucci, Álvarez de Toledo, Viana y Magariños en Río de Janeiro a comienzos de 1814. Que era funcional a los intereses de los realistas de Montevideo y que el Príncipe Regente y Lord Strangford no lo tuvieron en cuenta porque nunca llegó esa anhelada ayuda. Finalmente el intento de utilizarlo para convencer al rey Fernando de las estrategias supuestas de los patriotas de Buenos Aires y para que prepare una expedición militar contra estas provincias. Esa expedición se preparó pero finalmente partió hacia las costas de Venezuela y no llegó al Río de la Plata. Pero esa es otra historia.



[1] Ibidem, Tomo III, p. 91.
[2]  Ibidem, Tomo III, p. 95
[3] Ibidem, Tomo III, p. 106.
[4] Ibidem, tomo III, p. 121-122.
[5] Ibidem, Tomo III, p. 130 y 131.
[6] Ibidem, Tomo III, p. 140.
[7] Ibidem, Tomo III, p. 162 y 163.
[8] Enrique Ruiz Guiñazú, op. cit. p. 246.